Educarnos emocionalmente desde el arte

En mi estudio actual sobre las emociones, más precisamente Inteligencia Emocional, puedo ir desarrollando una comprensión más profunda aún de como actúan e influyen las mismas en nuestro pensar y hacer cotidiano y en lo vincular con los otros. Poder comprender y conocer el desarrollo del cerebro, su comportamiento y la acción de las emociones me lleva a plantear la importancia de prácticas que propicien la reflexión, concentración, visualización, ect. ya que es en ese acto donde se produce la unificación interna y desde donde pueden surgir las acciones sabias, equilibradas y conscientes.

Afima Goleman (1995) la región emocional es el sustrato en el que creció y se desarrolló nuestro nuevo cerebro pensante y sigue estando estrechamente vinculada con él por miles de circuitos neuronales. Esto es precisamente lo que confiere a los centros de la emoción un poder extraordinario para influir en el funcionamiento global del cerebro incluyendo, por cierto, a los centros del pensamiento (pág. 31-32).

A partir de estos conocimientos y otros tantos que fui adquiriendo y que hoy vuelven a resonar en mi es que me surgen algunas preguntas, ¿Es posible desarrollar nuestra Inteligencia Emocional con el Arte? ¿Es posible que el Arte sea el puente más eficaz para adquirir o mejorar nuestro vínculo emocional con nosotros mismos y por ende con otros? ¿Es posible educarnos y educar a nuestro cerebro a través del Arte?

 Estas preguntas, las cuales no son posibles de responder en un solo artículo,  me generan la necesidad de ahondar en el tema desde diferentes miradas y también desde mi propia experiencia como artista y profesora.

Jordi A. Jauset Berrocal (2012) afirma:

Cada día se publican nuevos estudios acerca de cómo nos afecta e influye la música. Lo que hace tan sólo unos pocos años era considerado pseudocientífico, a pesar de que sus orígenes se citan en las antiguas culturas y civilizaciones milenarias, hoy día está avalado por los resultados de numerosas investigaciones lideradas por equipos profesionales multidisciplinares de universidades y centros públicos y privados de todo el mundo. Puede sorprender la necesidad de que existan estudios que corroboren aquello que la mayoría de nosotros, por no decir todos, hemos experimentado alguna vez. ¿Quién no se ha emocionado o ha modificado su estado de ánimo escuchando su canción favorita? ¿Quién no ha seguido un entrenamiento físico escuchando música a todo ritmo mejorando su rendimiento? ¿Quién no ha experimentado una mejora de su bienestar después de cantar en grupo? Hoy día, gracias a las técnicas de neuroimagen, es posible "ver" que ocurre en el interior de nuestro cerebro cuando estamos sometidos a diversos estímulos, entre ellos los musicales.

Es evidente que la música cambia nuestra bioquímica cerebral: se activan conexiones neuronales, se segregan neurotransmisores, hormonas y endorfinas, se modifica nuestro ritmo cardíaco y respiratorio, se estimulan determinados centros de control como el hipotálamo, que se encarga de regular aspectos cruciales e importantes de nuestro organismo como la temperatura corporal y,... todo ello por el simple hecho de "escuchar" música.

Como vemos, este autor plantea en su postulado la influencia de la música no solo en nuestro cerebro sino también otros órganos y funciones corporales, como así las emociones se ven accionadas y modificadas ante el estímulo musical.

En mi experiencia como profesora de canto tuve la posibilidad de trabajar en varias oportunidades con personas que trían a la clase sus cuestiones emocionales que los atravesaban y ver como en la mayoría de los casos al finalizar la actividad estas habían sido modificadas en parte o por completo. El caso más relevante es el de una señora que en su momento tenía al rededor de 55 años y que llegó a mi clase con pronunciados trastornos psicológicos, baja autoestima, depresión, miedo, angustia, estando ella en tratamiento con psicóloga y psiquiatra.

 A partir de empezar a trabajar en la clase de canto, utilizando diferentes técnicas de relajación,  visualización, respiración, de percepción y vibración sonora en su cuerpo y mediante un repertorio de canciones que me permitieron llegar a la raíz de su problema  y que le permitieron abrirse y expresar todo sus más profundos dolores logramos en el lapso de un año intenso de trabajo mejorar notablemente su autoestima y valoración de si misma a tal punto que cuando se realizo el concierto de fin de año se animó a cantar frente al público y su psicóloga que había ido a verla no podía creer el nivel de superación personal que había logrado su paciente en las clases de canto. 

Es mi intención con estos ejemplos empezar un camino que me lleve a afirmar la importancia del arte en la vida del ser humano y la implicancia de este en el ámbito educativo general de toda persona.

Seguiremos profundizando en otros escritos desde el campo de la neurociencia, neuroarte, neuroeducación y la misma inteligencia emocional para lograr así nuestro cometido.



Prof. Cecilia Peralta Alcorta



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